Historias de Mujeres. Louise: MIOMA, HIJAS Y PéRDIDA




Louise es una mujer que está dispuesta a participar en el cuidado de su salud y no teme expresar sus opiniones. Productora de una emisora de radio, vino a verme para que le diera una segunda opinión respecto a su miofibroma en el útero. El miofibroma se le había desarrollado poco después de que su segunda hija decidiera dejar la casa para entrar en un colegio interna. Después de su visita conmigo, le escribió la siguiente carta a su ginecólogo, que le había recomendado la histerectomía:

Estimado doctor:
Por recomendación suya, consulté una segunda opinión respecto a hacerme una histerectomía
debido a mi miofibroma uterino. Permítame que le cuente la historia que hay detrás de mi proceso, con
la que espero que en el futuro incorpore un método más amplio y menos convencional para tratar a otras
mujeres que presenten miofibromas.
En primer lugar, me impresionó la sensación de impotencia que me produjo su recomendación
de operarme. De pronto comencé a considerarme una mujer enferma. Pero mi corazón me decía: «¡No,
no te pasa nada!». De modo que obedecí a la voz de mi corazón. Leí todo lo que logré encontrar sobre
miofibromas, sobre todo libros y artículos que presentaban alternativas a la operación.  Me he enterado
de cuántas histerectomías innecesarias se realizan cada año en este país, y de los importantes problemas
posoperatorios que se presentan, muchas veces de larga duración.
Incluso la pequeña cantidad de estudios realizados sobre la actividad del útero, en particular
después de la menopausia, sugieren que este es una parte integrante de la salud general. Las hormonas
químicas no pueden reemplazar el magnífico funcionamiento de los órganos femeninos.
Así pues, decidí conservar mi útero, y no sólo por motivos físicos. Usted no me preguntó nada
acerca de mis sentimientos, mi familia ni mi estilo de vida, ni sobre cómo podría afectar a todo eso una
histerectomía.
Mis dos hermosas hijas se han ido de casa en un año. La de 19 años está en su segundo curso
universitario, y la de 15 se ha ido a un colegio particular de Vermont, por insistencia de ella. Aunque yo
las apoyo, al mismo tiempo es un importante reajuste en la vida de una madre que las dos se vayan de
casa en tan poco tiempo. Mis hijas, los frutos de mi útero, no están, y entonces va usted y me dice que
tengo que sacarme el útero también. No, gracias. Lo conservaré por el momento, y espero que siempre.
Si tuviera una enfermedad en el útero que amenazara mi vida, tal vez pensaría de otro modo.
Todo esto debe de parecerle extraño, pero yo creo firmemente que contribuimos a las enfermedades de nuestro cuerpo; la otra cara del asunto es que también podemos contribuir a sanarlas. Le recomiendo encarecidamente que dedique un poco de tiempo extra a sus pacientes para escuchar toda la
historia. Si no hubiera puesto en duda lo que usted me dijo, podría haber sido uno de los casos de histerectomía innecesaria. Habría sido una comodidad, tal vez, librarme de las menstruaciones abundantes,
pero a qué precio en dinero, en trabajo perdido, en una larga terapia hormonal sustitutiva y en daño
psíquico de larga duración.
Le ruego que explique a sus pacientes todas las opciones y les dé el tiempo necesario para pensarlas.
Sinceramente
Louise T.

El ginecólogo de Louise no es una persona poco común. A los médicos no se nos ha preparado para escuchar los sentimientos de nuestros pacientes sobre lo que significan las enfermedades para ellos.

Cuando volví a ver a Louise, siete meses después de su primera visita, había encontrado un empleo en otro estado, en una emisora de radio donde su trabajo era muy valorado. Había comprendido el grado de pérdida asociado con el hecho de que sus hijas se hubieran ido de casa y se había tomado el tiempo necesario para lamentarlo. Mientras hacía entrevistas en la nueva ciudad, comprendió que la relación con su marido había sido insatisfactoria durante años, y que en realidad seguían juntos por sus hijas. Lo vio claramente y comenzó sus planes para divorciarse, lo cual hicieron de mutuo acuerdo. Después encontró un nuevo compañero, algo que jamás había soñado que le ocurriría y que ni siquiera buscaba. Esa relación resultó ser muy sensual y significativa para ella. También cambió su dieta de forma importante y dejó de tomar productos lácteos. Guando la examiné, su miofibroma casi había desaparecido. Prácticamente había cambiado por entero la energía de sus chakras primero y segundo.


Christiane Northup- Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer

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